Europa se prepara para un invierno frío y caro. La inflación vertiginosa, las sanciones de guerra y un suministro reducido de gas ruso significan que los gobiernos de toda la Unión Europea están tomando medidas drásticas para reducir su uso de energía.
Las ciudades alemanas ya están apagando la iluminación exterior de edificios y monumentos. El ministerio de finanzas francés ha establecido límites para calentar o enfriar sus edificios. Ahora se aplican reglas similares en los bares y supermercados españoles, que también deben mantener las puertas cerradas para mantener el aire caliente (o fresco) en el interior.
Las motivaciones de las personas y las realidades locales afectan a la voluntad de cambiar sus hábitos energéticos, según una nueva investigación
Otros países como Finlandia y Suecia están adoptando un enfoque menos contundente, pidiendo a las personas que conduzcan más despacio y tomen duchas más cortas. Pero los gobiernos no pueden hacer mucho para frenar el empleo de energía de los ciudadanos comunes. Al final, las personas deberán sentirse obligadas a cambiar sus hábitos, lo cual es una demanda importante.
“La energía es considerada un suministro básico. Y los suministros básicos no son atractivos,” según Juan Martino, de la firma de diseño estratégico Soulsight. “La mayoría de nosotros estamos acostumbrados a encender y apagar interruptores y pagar facturas mensuales. No somos proclives a arremangarnos y asumir un papel más activo en algo que es una commodity y que, además, vemos como abstracto y complejo como la energía,” dijo.
Una nueva investigación de la empresa analizó qué actitudes existen en toda Europa que impiden que las personas utilicen nuevas fuentes de energía flexibles y cómo superarlas. El estudio forma parte del proyecto ReDream, financiado con fondos europeos, que busca cómo hacer que las personas se preocupen más por la energía e involucrarlas en esquemas de "flexibilidad energética". Por ejemplo, cargar vehículos eléctricos durante el día para aprovechar al máximo la energía solar.
Los autores del estudio viajaron primero a los cuatro países donde el proyecto investiga el comportamiento del consumidor: cooperativas de energía renovable en Croacia y España, un grupo de agricultores en Italia y una comunidad en un área con restricciones en la red eléctrica en el Reino Unido.
“Visitamos los hogares de las personas, realizando extensas entrevistas para conocerlas realmente bien,” explica la coautora del estudio y diseñadora estratégica Leonor Ruiz.
Los investigadores querían perfilar las comunidades de cada país y ver qué grupos de actitudes existen hacia la energía y la tecnología. Ambos factores son clave para reclutar participantes con el objetivo de probar nuevos métodos de flexibilidad energética y descubrir cómo mantenerlos comprometidos.
Por ejemplo, una persona puede saber que reducir su consumo de energía y su huella de carbono es fundamental, por lo que instala paneles solares en su hogar. Otros pueden no ser conscientes de la necesidad de cambiar los patrones de consumo de energía y solo estar preocupados por ahorrar dinero.
En cuanto a la tecnología, las personas van desde entusiastas que se enorgullecen de rodearse de las últimas innovaciones hasta agnósticos, que hacen poco uso de la tecnología porque no confían en ella.
El estudio identifica las motivaciones y preocupaciones clave de cada una de esas comunidades. Por ejemplo, a las personas del grupo croata les encanta la tecnología, les preocupan las facturas y la salud y valoran la comodidad. El miedo a los problemas burocráticos es lo que más les impediría comprometerse con el piloto de flexibilidad energética.
Los miembros de la cooperativa española cultivan un profundo sentido de comunidad y abogan por el decrecimiento económico, adoptando una postura política a través de su apoyo a los sistemas de energía alternativa. Superar su preocupación por la utilización de datos y las compensaciones ambientales será clave para involucrarlos en ReDream.
Independientemente del país, el informe dice que los expertos científicos y técnicos deben mantener las demandas de los participantes simples para evitar la fatiga y frenar el desgaste, además de hacer que todo el proceso sea lo más divertido e interesante posible para los usuarios.
“La motivación es sin duda clave; sin embargo, apuntar a personas motivadas sin equipo podría generar frustración, ya que es más difícil acceder al equipo que generar motivación”, según el informe.
“La tecnología es importante, pero no es la única variable”, en opinión de Ruiz. “Es igual de crucial restaurar la confianza en el sector energético y no perder nunca de vista que, hagamos lo que hagamos, lo hacemos para las personas y con las personas”, según el experto.
Saber cómo las actitudes nacionales afectan a la forma en que las personas comienzan a usar energías renovables será vital en los próximos años. Hablando en el Foro Económico Mundial en Davos este año, Catherine MacGregor, directora ejecutiva de la empresa de servicios públicos francesa Engie, enfatizó que la energía renovable local ayudará a Europa a alcanzar sus objetivos de seguridad. “Porque las energías renovables […] reforzarán la independencia energética europea, ya que es energía que se produce localmente”.
Los investigadores querían perfilar las comunidades de cada país y ver qué grupos de actitudes existen hacia la energía y la tecnología
Pero rara vez es tan simple. En el país de origen de Engie, Francia, la gente sigue siendo agnóstica y prefiere confiar en la energía nuclear en lugar de asumir ellos mismos las energías renovables (aunque esta tendencia está cambiando). Y si bien el aumento de las facturas de energía está obligando a los británicos a comenzar a instalar paneles solares en el hogar, los paneles en sí, que a menudo se fabrican en China, generan preocupaciones éticas sobre el empoderamiento de un productor que ya es dominante.
Comprender las realidades locales puede ayudar a preparar a los consumidores para asumir las energías renovables de la manera que consideren adecuada. Sin embargo, llegado el invierno, puede haber menos agnósticos sobre el terreno.
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