Ante un panorama en el que la inflación no presenta a corto plazo visos de desaparecer, el sector industrial resulta un motor esencial para la recuperación económica tanto en España como en el resto de Europa. En el siguiente artículo, José Manuel Corrales analiza cómo frente a los elevados precios de la energía, la industria cuenta con variadas oportunidades de negocio que podrían contribuir a la tan ansiada mejoría.
En los últimos meses se ha constatado cómo la inflación en la eurozona ha seguido una progresiva tendencia alcista que parece no tener fin, aunque España y Francia son los dos países que han logrado controlar mejor la inflación. Los principales componentes de la dinámica inflacionista durante todo el 2022 han sido: la energía; los alimentos, las bebidas alcohólicas y el tabaco; los productos industriales no energéticos y los servicios.
El Banco Central Europeo (BCE), como organismo regulador de la política monetaria en la zona euro, ha instaurado de forma progresiva una subida de los tipos de interés, que seguirán teniendo continuidad en el 2023, pero sus recetas ortodoxas no están logrando buenos resultados, ya que la inflación que sufre Europa no obedece exclusivamente a una base monetaria, sino que más bien se debe a problemas en la oferta y no tanto a la demanda.
Así el BCE, con sus continuas subidas de tipos de interés y su negativa a comprar más deuda, está provocando un encarecimiento de la inversión y el consumo a crédito, enfriando la economía de una forma muy significativa, hasta tal punto que países punteros como Reino Unido y Alemania ya están entrando en recesión técnica.
En un contexto inflacionista, la importancia del sector industrial en la economía española y europea es esencial
La inflación tardará meses en descender, provocando una evidente pérdida de poder adquisitivo de las familias y los hogares. El recrudecimiento de la invasión rusa a Ucrania está teniendo importantes efectos socioeconómicos que están impactando en todos los países europeos por la enorme desconfianza generada y la progresiva desaceleración de la economía.
En este contexto inflacionista y de progresivo estancamiento económico, la importancia del sector industrial en la economía española y europea es esencial. El sector industrial, también conocido como sector secundario, está destinado a fabricar productos acabados que luego pueden utilizarse en la construcción y la industria manufacturera.
El sector industrial acepta los productos finales del sector primario y luego los implementa para desarrollar productos y servicios completos que posteriormente son adquiridos por el usuario final o enviados para su posterior procesamiento o fabricación. Las industrias suelen transformar las materias primas en productos acabados y en el proceso consumen grandes cantidades de energía para lograr el producto final.
Hoy la industria es menos importante que hace tres décadas
Entre las divisiones comunes y actividades que suelen englobar el sector industrial podemos citar a la energía, la producción y transformación de metales y del acero, la industria del automóvil, la industria química, la electrónica de consumo, los equipos industriales, la gestión de residuos y aguas residuales, la fabricación y transformación del papel y madera, la industria agroalimentaria y de las bebidas, la industria del tabaco, la Industria cerámica y del cemento, la fabricación aeroespacial, la industria cervecera o la textil, entre muchas otras.
Para todo el sector industrial, pero específicamente para la industria energética, metalúrgica y las telecomunicaciones, es decisivo y de gran impacto cómo evolucionan los precios en la electricidad, el gas natural y el petróleo. Por tanto, hacer un seguimiento especial a los precios energéticos es transcendental para una mejor calidad de vida.
Mientras que la industria manufacturera crea riqueza y valor añadido, el sector de los servicios, que es claramente predominante en la economía española, se considera un consumidor de riqueza. Así, los países que exportan productos manufacturados suelen tener un mayor crecimiento marginal del PIB, un aumento de la renta disponible y una mejor calidad de vida y bienestar social para los ciudadanos de ese país.
La industria en 2023 está envuelta en un marco de inseguridades, con un enfriamiento de la economía y el riesgo de que la inflación subyacente permanezca en niveles altos. En este sentido hay que resaltar cómo el sector industrial es el que tiene más resistencia a las crisis y el que más impacto está recibiendo de estos shocks económicos. El consumo intensivo de energía y los altos precios de las materias primas en los mercados internacionales provocan esas fuertes incertidumbres para la industria. La industria española todavía mantiene deficiencias estructurales que la hacen vulnerable frente a otros competidores, siendo una de las que durante el 2020 sufrió una de las principales caídas a nivel europeo.
Es prioritario que el sector industrial tenga una cierta protección y equilibrio para ser competitivo
Aunque en 2021 se experimentó un importante crecimiento, el 2022 ha estado muy condicionado por la guerra de Ucrania y el agravamiento de los shocks de ofertas. El índice de precios industriales inició su progresiva escalada desde los inicios de 2021 marcando su pico en la primavera de 2022, tras la invasión de Ucrania, manteniéndose posteriormente en niveles altos.
Desde ese momento, los precios han comenzado a descender hasta finales de 2022. Con la caída de los precios de la energía durante el otoño y la bajada general de los precios vista, todo hace pensar que los costes industriales descenderán. Sin embargo, todavía los precios siguen altos.
El principal problema de la industria en España es que el sector crece a menor ritmo que la economía nacional. Dicho de otro modo, hoy la industria es menos importante que hace tres décadas. Analizando en particular la actividad manufacturera, la cual emplea al 91% del total de 2,8 millones de personas que trabajan en el sector secundario, su relevancia ha descendido desde principios de siglo, cuando representaba el 18% del peso del total de la economía, descendiendo hasta alcanzar el suelo en 2012 y desde entonces, apenas ha remontado.
De esta forma es prioritario que el sector industrial tenga una cierta protección y equilibrio para ser competitivo en un mundo cada vez más global. Es necesario priorizar las políticas de I+D+i, estimular una mayor dimensión y tamaño de las empresas españolas, transformar la oferta industrial, fomentar la cooperación público-privada e incentivar la formación profesional.
La Unión Europea persigue garantizar que la industria represente al menos un 20% de toda la economía. No se trata solamente de una cuestión económica, sino también para garantizar cierta independencia de Europa con respecto al resto del mundo. Desde la crisis sanitaria, la soberanía estratégica se ha convertido en una de las prioridades de Bruselas.
La industria tendrá un papel principal en la recuperación económica
La industria española tradicionalmente ha presentado grandes desequilibrios, con regiones españolas con más presencia del sector que otras. Así la industria manufacturera en Navarra, País Vasco y Cataluña cuenta con un peso relativo muy importante, representando la quinta parte de su estructura productiva, mientras que, en los archipiélagos canario y balear, Andalucía y Extremadura su presencia es mucho menor.
Si hacemos una radiografía especifica de la industria española, nos encontramos con diversos retos para el futuro. La industria tendrá un papel principal en la necesaria resiliencia y para lograr la demandada recuperación económica. Por ejemplo, en el sector industrial agroalimentario existen muy variadas y pujantes oportunidades de negocio y retos para el sector agroalimentario, como el desarrollo de productos y aplicaciones tecnológicas que garantizan la seguridad alimentaria y las propiedades nutricionales de los alimentos. De esta manera se puede hacer frente a la progresiva crisis alimentaria provocada por la guerra de Ucrania que sufren los países en vías de desarrollo.
Otras oportunidades de negocio están en la industria auxiliar de frutas y hortalizas, que desarrollan su actividad vinculada al envasado de los diferentes tipos de productos. El desarrollo de nuevos materiales y envases debe ser una prioridad para satisfacer a un consumidor cada vez más exigente, en continuo cambio, y con más sensibilidad a la necesaria transición ecológica y lucha contra el cambio climático. Estas exigencias de calidad, los cambios en el estilo de vida y la globalización de mercados son factores muy a tener en cuenta a la hora de desarrollar las nuevas oportunidades de negocio.
El objetivo es canalizar los fondos europeos a través de planes con inversión público-privada
Además, la necesidad de aplicar la biotecnología en la industria alimentaria amplía las oportunidades de negocio, vinculadas a la producción, promoviendo la seguridad alimentaria y la calidad de los alimentos desde una perspectiva integral de la salud que permite aprovechar las tendencias sociales más naturales y saludables. Otras oportunidades interesantes son aquellas actividades enfocadas a la identificación de microorganismos para combatir las plagas y enfermedades y la elaboración de dietas específicas.
Los PERTE (proyectos estratégicos para la recuperación y transformación económica) son el mecanismo ideado por el gobierno para ayudar a reformar la economía tras la debacle de la pandemia. Muchos de estos programas inciden directamente en sectores industriales como el naval, el aeroespacial o el electrónico. El objetivo es canalizar los fondos europeos a través de planes con inversión público-privada. Estos planes ayudarán a consolidar y modernizar el tejido empresarial.
Sin embargo, los programas ahora mismo son más ideas que realidad. Según un estudio realizado por los consejos generales de ingenieros y economistas, solo una de cada ocho pymes industriales (el 12%) ha recibido ayuda de los fondos Next Generation, el plan de ayudas ideado por la Unión Europea y al que a España le corresponden 140.000 millones de euros.
Por tanto, las perspectivas de la economía española no son muy favorables para el año 2023, debido al contexto de enorme incertidumbre, los tiempos convulsos de guerra, inestabilidad internacional y cambio climático. España en el año 2022 ha experimentado un crecimiento importante del Producto Interior Bruto del 5%, pero las previsiones reducen ese crecimiento a una tercera parte para el 2023, aún por encima de la media prevista para la economía europea. El gobierno español, no obstante, sigue esperando un crecimiento continuado del empleo y una reducción de la tasa de paro situándose por debajo del 10% de la población activa en 2025. La inflación tardará meses en desaparecer, con un riesgo real de que se haga crónica, y las subidas de los tipos de interés pueden provocar menos inversión y un posible incremento de la deuda pública y privada.
España precisa ya un ‘pacto de solidaridad y de rentas’ para paliar las subidas de precios y garantizar en el medio plazo la recuperación de la capacidad de compra de los consumidores. Este pacto de rentas debe acompañarse de políticas macroeconómicas que impulsen la industria como motor económico esencial, gestionando de una forma más ágil y eficaz los fondos europeos, y mejorando la competitividad y la productividad de las empresas industriales.
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